Cuando a un jóven que lanza un huevo a una autoridad, le aplican una ley como si fuera un terrorista como es la ley de seguridad del Estado, y cuando a un grupo de fanáticos políticos del barrio alto, seguidores de un genocida como Pinochet, los encuentran con armamento de guerra, y los juzgan como delito normal, es cuando uno ve que no hay igualdad ante la ley. No es lo mismo según quién seas, incluso a pesar que uno es muchísimo más grave que otro.
Levítico 19:15 dice No perviertas la justicia, ni te muestres parcial en favor del pobre o del rico, sino juzga a todos con justicia.
Sin embargo, problemas como este, como el caso Penta y sus clases de ética, no parecen ser parte de la agenda valórica ni de las cosas que irritan a los «cristianos con voz política» que solo tienen voz para la persecución de la conciencia ajena, para escandalizarse de la libertad ajena relacionada a la sexualidad. Al contrario, ellos están bien dispuestos a apoyar como bueno a quienes promueven estas cosas.
Tal es el tamaño de nuestra desorientación. Pero hay esperanza, día a día más y más abren los ojos a injusticias como ésta.