No se puede abrir una puerta que ya está abierta.
Una Constitución escrita por representantes electos y aprobada en un segundo plebiscito llamado de salida, es un camino de diálogo para vencer la crisis institucional, y para derribar las trampas que impiden poner fin a los abusos y no garantizan efectivamente la salud, educación, y pensiones.
Sería pues relevante ampliar la mirada, y recordar que las injusticias, las indignidades, la inequidad y la corrupción es una preocupación por la que debemos trabajar.
